Esas cosas que crean los sueños (1)

Tú 2.jpg

 

Si es cierta la frase

que en algún lugar del mundo

hay alguien esperando por mi

Me gusta pensar

que ese alguien

eres tú…

 

Si me permitieran elegir

donde estar

sin dudar escogería

mi lugar ideal:

¡A tu lado!

Mi lugar más especial.

 

Si pudiese volar

extendería mis alas

para llegar hasta ti.

 

Si me eliges bebé

solo tendría amor para ti

amor que nace contigo

que no tiene fin

que busca tus ojos color cielo

y se funde en tu piel de algodón.

 

Porque estas cosas crean los sueños

mientras te invento en mis pensamientos

porque estas cosas crean los sueños

que en ti encuentra amor eterno.

En un mundo

Bea Ocach En un mundo.jpg

En un mundo

repleto de cosas comunes

es un lujo conocer

personas originales.

 

En un mundo

en el que muchos juegan

a hacer daño

porque quizás se sienten

tan vacios

que es la única manera

que encuentran de permanecer

en el corazón de alguien…

 

En un mundo

donde solo vemos máscaras

porque el interior a veces

está tan quebrado…

 

En un mundo

en el que la gente cree

que la profesión y el título

lo son todo

mientas sus personalidades

carecen de integridad…

 

En un mundo

en el que la gente

se cansa de ser bueno

porque es una tarea difícil,

en un mundo así…

soy feliz

porque existes Tú.

 

En un mundo de oscuridad,

tu eres luz.

En un mundo de variedades similares,

eres una excepción.

 

En un mundo en el que

todos quieren encontrar

su mitad,

yo te tengo a ti,

que eres alguien completo

que no anda buscando

alguien en quien encajar

anda buscando

alguien a quien amar.

 

En un mundo

de falsedades sociales,

de bonhomías obligadas,

de maquillaje abundante

y ropas de marca,

Tú y yo somos perfectos

la conjunción de nuestras almas,

la simbiosis de nuestra unión,

es perfecta amor mío,

inigualable en el mundo.

 

En este mundo

sabemos que solo

somos materia

que se vuelve polvo

pero en el nuestro

vida mía,

sabemos que somos todo.

 

Todo eso que los demás no ven

pero todo lo que tú y yo queremos,

sin necesidad del contacto de pieles

y juramento de amor eterno,

porque sabemos

que tu y yo

lo somos todo

porque nuestras miradas

así lo decidieron

el día que se conocieron.

 

¡Te Quiero!

Una sospecha comprobada

Una sospecha comprobada

Todo había sido planeado ese domingo 30 de noviembre, aunque esperando, que nuestras dudas y sospechas, solo sean una quimera, una falsa alarma, y no que mi cuerpo esté en verdad experimentando cambios nunca antes ocurridos en él.

Guardé esa pequeña gran prueba que descifraría nuestras interrogantes e inquietudes más profundas, no sentidas con anterioridad…. Lo guardé tal cual guarda un niño sus juguetes más apreciados. ¡Para que nadie los encuentre y  esté segura!

Quedamos en despertarnos a las 7:00 AM, yo, para hacer el procedimiento de verificación por llamarlo de una forma, y el, esperando mi señal, para llamarme y saber el resultado. Es en esa hora cuando aún en la casa se anida el sueño dentro de las habitaciones, por lo que nadie, percibiría mis movimientos. Así fue que al día siguiente, me desperté, y de la manera más sigilosa y tímida, bajé las escaleras con un corazón fuertemente palpitante, más agitado que cuando realizaba mis ejercicios de pruebas anaeróbicas, y me dirigí rápidamente al baño. Al cerrar la puerta, di un fuerte suspiro, y elevando la mirada al cielo, imploré que por favor, nada de lo que me imaginaba desde días atrás, esté ocurriendo verdaderamente…

Así fue, que rompí el envoltorio de la dichosa prueba cuyo resultado, pensaba yo en ese momento, me condenaba o, me libraba… (Hasta ahora me arrepiento de haber pensado de esa manera).

Leí el procedimiento a seguir y los realicé paso a paso… hasta llegar al final, en el que solo debía fijarme, la aparición de dos rayitas rojas o una. Suplicaba en mi interior, que sea la segunda opción, pero… tal fue mi desilusión, asombro, perturbación, encuentro de sentimientos y una sinestesia completa de emociones, cuando rápidamente, y antes del tiempo estipulado, se hacían notar, dos rayas rojas que comprobaban mi duda y lo aceptaban. ¡Fue el primer momento más fuerte e intenso de mi vida!

En ese mismo instante, brotaron espontáneamente unas lágrimas de mis ojos, imaginándome la reacción de mis padres, de mi familia y me pregunté: ¿Dios, qué hago? Me sentí sola, sin apoyo, sentí que el mundo se me vino abajo en tan solo un segundo. Las lágrimas no paraban de salir, acompañaban a mi tristeza en ese momento. Ese día me hice fiel amiga del baño, me senté en el azulejo celeste azulado, olvidándome de que transcurría el tiempo. Y ese tiempo, se convirtió en una paradoja. Creí estar soñando, no asimilaba aún que un ser esté dentro mío, tan chiquito e inofensivo, pero tan fuerte que me daba señales, manifestados por los síntomas típicos del embarazo, ¡mi beba ya se estaba haciendo sentir! ¡Ya anhelaba que yo me enterara de su existencia! Pero al mismo tiempo, estaba más que consciente de lo que estaba ocurriendo. Verdad que debía afrontarla, ¡pero no sabía cómo!

Cuando logré salir del abismo profundo de meditación en la que había quedado sumergida durante un lapso de tiempo, recogí rápidamente la prueba, aplasté el cartón, guardando la cinta blanca en la que se evidenciaba todo, y tomé los demás utensilios. Los puse debajo de mi ciclista, por suerte, la remera que utilizaba de pijama era bastante grande, por lo que corría menos riesgo de que por si alguien me viera, notase y me preguntara qué llevaba escondido debajo de la ropa. Fui al comedor, busqué la caja de fósforos para quemar la prueba en la terraza, y subí rápidamente por las escaleras, introduciéndome a mi pieza.

Luego de quemar la prueba, encendí el teléfono, y esperé la llamada, pero se adelantó otra persona, mi amiga más fiel, ¡y quien estaba enterada de todo! Al cortar ella, me llamó la persona a quien la noticia, también, le cambiaría la vida (o por lo menos eso pensaba en ese momento). ¡Nunca voy a olvidar esa conversación!

Después de comentarle el resultado, calló por un largo tiempo, como quedándose súbitamente sin respiración, y luego un estruendoso: ¿¿¿Qué???. Ambos estábamos con la misma preocupación, como enfrentaríamos esa realidad, ¡nuestra realidad! Que fruto de un intercambio de muestra de amor, un corazoncito palpitaba en mi vientre. Tuvimos miedo de todo. Nos quedamos con todas las dudas que puedan existir y con una sola certeza: Estaba embarazada.

Luego envié un mensaje de texto a mi hermana, quien era la segunda y última persona que estaba enterada de mis movimientos. Le mentí, diciéndole que todo había sido una falsa alarma. No tenía fuerzas para expresarle la verdad, ni siquiera vía escrita. Pero luego, me inundó una necesidad de decir: “AYUDAME”, no puedo sola. Así que la llamé, le conté la verdad: Nathi, te mentí, la prueba dio positivo. Percibí que trató de simular en lo posible, el hondo suspiro que imprimió al oírme, pero igual, pude notarlo. Y me lanzó una corta pregunta pero difícil de responderla: ¿Qué pensás hacer? Le contesté con la verdad, y con una voz tronca: ¡No sé! Así que me propuso ir a su casa, en Asunción, ella vendría a buscarme al salir de su trabajo, y llegaría aproximadamente a las tres. Me dijo que ella se encargaría de llamarle a mi mamá, poniendo de excusa que necesitaba una persona que se quede con sus hijas porque ella tenía un compromiso al que asistir con su marido en la noche. Al escuchar que pronunció la palabra mamá, me vinieron de vuelta tantos sentimientos encontrados y mezclados, como iba a mirarle a ella, disimulando algo, que ella ya sospechaba. No sabía si iba a poder. Y peor, al ver a mi papá. Solo me imaginaba que a ellos se le derrochaban y extinguían más sueños que a mí. Sentí haberlos decepcionado de todas las formas, solo me inundaba una tristeza profunda que no sabía como remediar.

Así fue que me llené de valor, y traté de que ese día fuese más normal de lo habitual, creo haberlo logrado. A la siesta llegó mi hermana. Al salir en la ruta me eché en llanto, ya no aguanté, de vuelta todo se me complicaba. Ella me dijo que me hizo una cita, para comprobar mi estado, en un sanatorio, con un estudio de ecografía transvaginal, que era la única manera de corroborar de forma definitiva y segura mi gravidez.

Al rato, me preguntó, por qué lloraba. A lo que yo cruelmente le respondí: Nathi, yo no quiero esto, no quiero estar embarazada. Ella entró en un estado de enojo leve (por describirlo de una manera) A lo que me preguntó, ¿por qué llegas a esa determinación? – Nathi, ya no voy a poder estudiar, ni hacer nada de lo que tenía planeado, todos mis proyectos se truncan acá. Allí trató de ser lo más sensata conmigo. – Bea, estar embarazada no es un impedimento como lo estás pensando. No te estás quedando inválida, no te quitan el brazo, la pierna, ni mucho menos el cerebro para que no puedas continuar tu vida. Un bebé es una bendición, un regalo que te da Dios, lo más bonito que te puede pasar en la vida. No pienses como lo estás haciendo. Eso es malo. Además, se le valora mucho más a una mamá soltera joven que lucha y sigue sus anhelos que a las que ya están casadas y tienen todo para criar a un hijo, lo que no es tarea fácil, y si te es encomendada, es por algo, Dios solo da grandes desafíos a personas que sabe, van a poder superarlos. Todo en la vida es difícil, conseguir trabajo es difícil, estudiar hasta graduarte se torna difícil por todo lo que implica, una relación de pareja suele tener sus momentosno te quedes pensando que todo lo que se te presente va a ser fácil, solo rompiendo piedras vas a poder encontrar diamantes relucientes. Ya no te sientas mal, acá estoy yo, no te voy a abandonar, estoy contigo, soy tu hermana, y te voy a cuidar, no te preocupes, que apoyo no te va a faltar.

Todas esas palabras me hicieron abrir los ojos, y pisar tierra. Me dieron un aliento para aceptar esta nueva opción de vida, que cambiaba y modificaba todos mis planes futuros, futuro, que ya empezaba en ese momento. Ya no quería llorar, pero no podía detener mis lágrimas, eran como involuntarias, salían ante cualquier palabra que escuchaba, ante cualquier pensamiento mío, de mi vida, de mis sueños. No me sentía aún capaz de afrontar esa realidad. Yo tenía diecisiete años, como cualquier chica que terminaba el bachillerato, pensaba seguir mis estudios terciarios; ya estaba planeando ir a vivir a la capital, una nueva vida me esperaba, con nuevas amistades, logros, esfuerzos, entre otras cosas, normales de esa etapa, que siempre había soñado. Mi relación de noviazgo aún era algo prematura, solo llevábamos seis meses juntos, no nos conocíamos para nada, pero ya experimentamos juntos ese contacto íntimo, lindo y único, en el que solo se siente más amor cuando en verdad lo existe. Esa explosión interna, resultado de una unión física, es como una simbiosis, cada uno recibe placer y bienestar fundados únicamente en el amor; placer al sentir completamente al ser querido y amado; bienestar, al conocer una dimensión más de la vida, el único método natural que te lleva a las estrellas y te regresa en un segundo. No me arrepentía de ello, ni me arrepentiría, fue una experiencia agradable para mi.